A las 330 a.m. un zumbido se acerca a mi oreja. Se desvanece en fade out. Segundos después el mosco me pica. Me chupa la sangre antes de que pueda aplastarlo. Vuela. Me quita el sueño. Me da comezón. En ese mismo momento, un sujeto alemán termina de desempacar e instalarse en un hotel de Bangkok. Su viaje fue largo y tedioso y de hecho ha llegado molido. Tomará una ducha y después una breve siesta, pero antes decide hacer una llamada telefónica. El cafisho le da direcciones y referencias que anota en un block con el logo del hotel. Le ha preparado a un pequeño que apenas tiene unas semanas en el negocio. Cuelga y después de la ducha duerme tranquilo. Muy tranquilo.
A las 400 a.m. no he logrado conciliar el sueño. Cuento ya unas cuatro ronchas. El mosco no merodea pero mi estómago se sacude. En el baño, hojeando una revista y fumando, escucho gritos y golpes. Los vecinos, de nuevo, pelean. No sé del todo que ocurre pero se escucha como si en verdad se rompieran la madre. Gritos, golpes, maldiciones, berridos. Podría hacer algo al respecto, pero no vale la pena. Mi estómago se hace el muerto. No se mueve en absoluto. Sigo fumando y la revista muestra un shooting de una modelo en topless. Al mismo tiempo, en Gabon, un grupo de militares cercanos a la familia del presidente muerto, comienzan una reunión para abordar la problemática de la sucesión. Piensan en el hijo o en el cuñado. Quizá se derrame un poco de sangre, pero los conflictos étnicos son solo eso: peleas interfamiliares.
Por la mañana Capicúa y Yuma juegan a morderse. El hocico de Capicúa tiene un rictus poco amigable. Muestra la dentadura a una Yuma necia en morderle donde sea: cuartos traseros, orejas, hocico. Mis manos y los de C ya han sido víctimas de sus garras afiladas. De hecho, a C, se le ha infectado el rasguño. Le han recomendado agua oxigenada. Quizás arda mucho. La he visto arderse con cosas más fuertes.
Al salir del departamento me topo con los vecinos que se rompían la madre por la madrugada. Se ven lozanos. Pienso en romperme la madre para adquirir ese semblante. Pero me retracto: soy cobarde.
Mi estómago ya no se sacude pero sigo eructando chistorra como factura de una digestión pésima.
Ya nada es como antes. Hace calor.
1 comentarios:
see, los moscos son el equivalente al bebe de Rosemary! y yo quiero conocer a Yuma! Dane dice que está para robartelo! jajaja
Saludos!
(y burdamente, escribes bien padre!)
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