Hoy caminé como desquiciado. Como si cada huella pudiera erosionar la frustración acumulada después de poco menos de doce horas, las últimas, de un suplicio ético latente. Nada. Esto no estaba previsto y los mocasines se adhieren a unos, ya, dolientes pies. ¿Por qué no decidí usar los tennis? En fin. Nada estaba planeado, necesitaba orear la furia. Desgastar el asfalto y el cuero de la suela como si ello fueran los infortunios.
Hoy leí: Febrero, mes mierdero. Qué razón tienen. Qué mierdero.
Pero caminaba con cólera y a manera de lenitivo intentaba trazar en mi mente un mapa de la ciudad. Mi i-pod wannabe (pues sólo le caben archivos) repite estrepitosamente lo recién pirateado en internet. No me dice nada, decido ignorarlo aunque siempre es mejor Mazzy star que los ruidos citadinos. Recorrí casi 10 Km. Mientras aquellos lesos pies comenzaban a inflamarse de un modo ingobernable, a punzar y a obligar a la piel de los mocasines a ablandarse poco a poco, al grado de sentir que en cualquier momento cederían los hilvanes.
El caso es que en la ciudad (Luvina V2.0, dice Lalo) Encontré algo que me perturbo hasta que se dibujó una sonrisa, sardónica, por supuesto, en mi rostro desencajado.
Vivo en una ciudad mutilada.
Ese fue el resultado del trazo topográfico mental. Llegando a casa. Conforme me descalzaba y los pies palpitaban con fuerza, notaba azorado la falta de norte, oriente y poniente. Y es que hasta donde mi memoria me permite referenciar, el punto más norte de la ciudad es el centro y sus cerros, los cuales, por muy cerros, no dejan de ser nombrados ‘centro’. Que el oriente son dos municipios distintos y que el poniente es igual.
Si es no es mutilación. Entonces es estupidez colectiva.
Me senté a revisar las nuevas y el morbo me instó a escribir este post. Necesitaba un par de fotografías de la ciudad mutilada y oh sorpresa: por si la no-cardinalidad fuese suficiente, encontré que estamos más amputados de lo que pudiera imaginar. Para el mundo Mi ciudad no es más que fútbol y un reloj gigante. A veces el viento, a veces el paste. Nunca otra cosa. Qué lástima. Me quedaré sin ilustraciones para el post.
No hay más qué decir, sólo enumerar objetos que no he podido encontrar aquí, acaso también mutilados.
Cinco libros que no encuentras en una ciudad mutilada
El descubrimiento del cielo: Harry Mulisch
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo: Haruki Murakami.
Asfixia: Chuck Palahiniuk
La generación quemada: Antología
Las vírgenes suicidas: Jeffrey Eugenides
Cinco discos que no encuentras en una ciudad mutilada
Hoy leí: Febrero, mes mierdero. Qué razón tienen. Qué mierdero.
Pero caminaba con cólera y a manera de lenitivo intentaba trazar en mi mente un mapa de la ciudad. Mi i-pod wannabe (pues sólo le caben archivos) repite estrepitosamente lo recién pirateado en internet. No me dice nada, decido ignorarlo aunque siempre es mejor Mazzy star que los ruidos citadinos. Recorrí casi 10 Km. Mientras aquellos lesos pies comenzaban a inflamarse de un modo ingobernable, a punzar y a obligar a la piel de los mocasines a ablandarse poco a poco, al grado de sentir que en cualquier momento cederían los hilvanes.
El caso es que en la ciudad (Luvina V2.0, dice Lalo) Encontré algo que me perturbo hasta que se dibujó una sonrisa, sardónica, por supuesto, en mi rostro desencajado.
Vivo en una ciudad mutilada.
Ese fue el resultado del trazo topográfico mental. Llegando a casa. Conforme me descalzaba y los pies palpitaban con fuerza, notaba azorado la falta de norte, oriente y poniente. Y es que hasta donde mi memoria me permite referenciar, el punto más norte de la ciudad es el centro y sus cerros, los cuales, por muy cerros, no dejan de ser nombrados ‘centro’. Que el oriente son dos municipios distintos y que el poniente es igual.
Si es no es mutilación. Entonces es estupidez colectiva.
Me senté a revisar las nuevas y el morbo me instó a escribir este post. Necesitaba un par de fotografías de la ciudad mutilada y oh sorpresa: por si la no-cardinalidad fuese suficiente, encontré que estamos más amputados de lo que pudiera imaginar. Para el mundo Mi ciudad no es más que fútbol y un reloj gigante. A veces el viento, a veces el paste. Nunca otra cosa. Qué lástima. Me quedaré sin ilustraciones para el post.
No hay más qué decir, sólo enumerar objetos que no he podido encontrar aquí, acaso también mutilados.
Cinco libros que no encuentras en una ciudad mutilada
El descubrimiento del cielo: Harry Mulisch
Crónica del pájaro que da cuerda al mundo: Haruki Murakami.
Asfixia: Chuck Palahiniuk
La generación quemada: Antología
Las vírgenes suicidas: Jeffrey Eugenides
Cinco discos que no encuentras en una ciudad mutilada
Outro Quilombo: Renato Braz
Funeral: The arcade fire
End of the world party (just in case): Medeski Martin and Wood
Venezuelan zinga son Vol. 1: Los amigos invisibles
Like the deserts miss the rain: Everything but the girl
(Si alguien sabe donde conseguirlos en la cuidad mutilada, pues rolen)
2 comentarios:
Ha sido una sorpresa agradable descubrir tu blog y en él mi enlace. Muchas gracias.
He cambiado de dirección, aunque no de nombre, sigo siendo Apostillas. Te dejo mi nueva casa para cuando gustes visitarme.
Muchas gracias, es un placer conocerte.
Hola, llegué aquí por el Bunker 84, por un comentario dejado ahi y porque quiero leer más.
Mazzy Star? Tuvieron que pasar diez años para de pronto encontrar gente que si conoce a Mazzy Star.
Saludos.
Tristana
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