Las últimas tardes habían precedido un poderoso intento de fuga. Fade out. Literal. En dónde pretendía sin éxito desaparecer. Sólo por unas horas.
Y así llegué al cine, solo, completamente solo, después de años de no hacerlo. Y desaparecí. Entre el amarillo chillador y el azul profundo de una fotografía desconcertante.
Me hablé en silencio sobre el inicio. Me reí como imbécil. Me critiqué al final la película. Me salí de la sala. Me apropié, al fin, de algo que me pertenecía y que había olvidado o acaso prestado sin fecha de devolución. Regresé mientras sonreía y fumaba. Y los audífonos pusieron fin a la perorata.
Y así llegué al cine, solo, completamente solo, después de años de no hacerlo. Y desaparecí. Entre el amarillo chillador y el azul profundo de una fotografía desconcertante.
Me hablé en silencio sobre el inicio. Me reí como imbécil. Me critiqué al final la película. Me salí de la sala. Me apropié, al fin, de algo que me pertenecía y que había olvidado o acaso prestado sin fecha de devolución. Regresé mientras sonreía y fumaba. Y los audífonos pusieron fin a la perorata.
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