17.6.09

facebook bloomsday

1. Mi hermana hace onomatopeyas absurdas: pfff.

2. Casa refugio y yo ahora somos amigos.

3. Después de mucho pensarlo, me he vuelto fan de una chola.

4. Me ha gustado mi propio enlace. Narcisista;

5. A V. y M. le ha gustado también mi enlace;

6. D. lo ha comentado;

7. Yo le respondo.

8. Un amigo de la infancia me deja un mensaje en mi enlace: Said amiguito de chiquito...! como estas un super abrazo te mando...! (¿?).

9. Mi hermana ha publicado una encuesta sobre mí: ¿Crees que Said Javier Estrella se ve bien en traje de baño? No lo creo.

10. Un tío lejano (pues vive en Coahuila) pregunta cómo estoy. Y estoy bien.

11. Hago un par de amigos. Uno es mi primo.

12. Después de leer una nota, me ha gustado un enlace de E. Incluso lo comento.

13. He hecho un test, dice que soy Max Fischer. ¿Quién? K sí sabe y lo comenta.

14. Alguien deja un mensaje equivocado. No lo entiendo.

15. En este punto del día, según mi status, estoy sitiado y con dolor de cabeza. C, me extraña.

16. ‘Humo blanco’. Sólo lo pensé.

17. Me he vuelto fan de Sheldon Cooper. Él, lo sé, no existe.

18. Me he hecho amigo de un tío lejano (vive en Coahuila).

19. Comenté un enlace de mi hermana.

20. También una foto.

21. De 100% que creía tener, sólo el 84% de mi inteligencia matemática está en marcha (lo dijo el test).

22. Leo con atención un montón de enlaces sobre anular el voto. No estoy de acuerdo.

23. “La leche deslactosada es el agua de tlacote del siglo XXI”.

24. Amanece, me gusta un enlace.


Share/Save/Bookmark

9.6.09

A las 330 a.m. un zumbido se acerca a mi oreja. Se desvanece en fade out. Segundos después el mosco me pica. Me chupa la sangre antes de que pueda aplastarlo. Vuela. Me quita el sueño. Me da comezón. En ese mismo momento, un sujeto alemán termina de desempacar e instalarse en un hotel de Bangkok. Su viaje fue largo y tedioso y de hecho ha llegado molido. Tomará una ducha y después una breve siesta, pero antes decide hacer una llamada telefónica. El cafisho le da direcciones y referencias que anota en un block con el logo del hotel. Le ha preparado a un pequeño que apenas tiene unas semanas en el negocio. Cuelga y después de la ducha duerme tranquilo. Muy tranquilo.

A las 400 a.m. no he logrado conciliar el sueño. Cuento ya unas cuatro ronchas. El mosco no merodea pero mi estómago se sacude. En el baño, hojeando una revista y fumando, escucho gritos y golpes. Los vecinos, de nuevo, pelean. No sé del todo que ocurre pero se escucha como si en verdad se rompieran la madre. Gritos, golpes, maldiciones, berridos. Podría hacer algo al respecto, pero no vale la pena. Mi estómago se hace el muerto. No se mueve en absoluto. Sigo fumando y la revista muestra un shooting de una modelo en topless. Al mismo tiempo, en Gabon, un grupo de militares cercanos a la familia del presidente muerto, comienzan una reunión para abordar la problemática de la sucesión. Piensan en el hijo o en el cuñado. Quizá se derrame un poco de sangre, pero los conflictos étnicos son solo eso: peleas interfamiliares.

Por la mañana Capicúa y Yuma juegan a morderse. El hocico de Capicúa tiene un rictus poco amigable. Muestra la dentadura a una Yuma necia en morderle donde sea: cuartos traseros, orejas, hocico. Mis manos y los de C ya han sido víctimas de sus garras afiladas. De hecho, a C, se le ha infectado el rasguño. Le han recomendado agua oxigenada. Quizás arda mucho. La he visto arderse con cosas más fuertes.

Al salir del departamento me topo con los vecinos que se rompían la madre por la madrugada. Se ven lozanos. Pienso en romperme la madre para adquirir ese semblante. Pero me retracto: soy cobarde.

Mi estómago ya no se sacude pero sigo eructando chistorra como factura de una digestión pésima.

Ya nada es como antes. Hace calor.


Share/Save/Bookmark

6.6.09

Yuma

Inventario:

· Palo de Brasil

· Cargador de celular

· Sofá (funda)

· Periódico dominical

· Cargador de computadora.

· Edredón

(Todo esto, mordido, comido, estropeado, o víctima de un atentado de Yuma)

Lección uno: sobre la paciencia para sabuesos.

Yuma llegó a casa hace poco menos de un mes. Yo había imaginado la posibilidad de hacernos de un cachorro de bassethound. Quizá a Capicúa lo que le hacía falta era compañía. Eso fue un error. Lo que Capicúa quería en realidad probablemente no lo sepa nunca, pero la compañía no era una de sus necesidades, y por mucho.

Cuando nos la entregaron, era una cachorra taciturna. Podría decir que de temperamento melancólico, pero la mirada de esa clase de perros es así todo el tiempo. Sin embargo, su poca falta de curiosidad y su pereza me confortó pensando en la posibilidad de una crianza sin mayores contratiempos. Eso tampoco ha sido cierto.

C (confieso que mucho más que yo) se dio a la tarea de indagar un montón de técnicas que nos permitirían educarla ejemplarmente. No sé en qué estaba pensando (yo, claro) pero escuché con atención y en ningún momento leyó alguna fórmula que diera lugar a un milagro. De hecho, prácticamente en todos los sitios lo primero que se exige es paciencia. Nunca pensé que era necesario un Job para educarla.

Lección 2: the loud you bark, the more you rule.

Cumplió los dos meses hace una semana. La llevamos al veterinario junto con Capicúa para vacunarlas y realizarles un chequeo de rutina. Durante la consulta me descubrí como un sujeto amargado. Quejándome con la doctora. Quejándome de las perras. Quejándome.

Me di a la tarea de investigar. Lo único que recuerdo sin problemas se remite a la organización primitiva de los perros en jaurías. Un macho alfa. Es lo único que recuerdo.

Yuma se ha vuelto un pain in the ass para Capicúa. Capi es un maldito pan, es el Job que necesitábamos. Pero he decidido poner orden. En la jauría yo soy el macho alfa. Cuando lo pienso o lo pronuncio el instinto me hincha el pecho. Soy el macho alfa y en mi territorio debe haber orden.

Cuando Yuma se convierte en ese dolor en el culo de Capicúa (y eventualmente en cualquier culo que esté en el departamento), ladro. Al inicio fue todo desconcierto y de inmediato un reto: un juego de réplicas. Una retahíla de ladridos entre Yuma y yo (la más desconcertada aquí es Capicúa, ya que C se limita o a mirarme atenta o de plano a cagarse de la risa). Pero después de unos días pareció dar resultados.

Yuma sigue siendo un dolor de cabeza. Pero cuando ladro ya me pone atención.

Lección 3: la serenidad, como las infecciones de destrucción masiva, se puede transmitir sin necesidad de ser portador.

Debido a la poca intelectualización del problema, y la constante reacción instintiva de los ladridos, decidí ecualizar la estrategia. Y en cierto modo funciona. Omnamatshivaya.

El mantra quizá ni siquiera lo atiendan, pero en cuanto me detengo solo a observarlas tras mi llegada al departamento. Las perras se detienen por un instante. Ponen atención y al final (y casi siempre brevemente) calman. Aún si sólo finjo.


Share/Save/Bookmark

3.6.09

Alberto Montt


Share/Save/Bookmark