27.2.06

Chauvinismo ranchero

Mientras el terco hábito que implica darle una revisada a algunos blogs me conminaba a sentarme frente a la máquina, leí casi sin atención una nota sobre represión en la provincia mexicana (¿Dónde no lo es?). Después de un par de días regresé a releerla por morboso, la neta. Obviamente al leer en su totalidad el caso, no pude sentirme sino indignado.
El caso es el de un jovencísimo escritor y periodista zacatecano, Joel Flores. Quien solía tener una columna en el Sol de zacatecas, llamada Kid A.
Joel tuvo la infame osadía (sic) de insinuar que no existía una tradición literaria en Zacatecas. Lo leí y releí y no encontré beligerancia en su columna, acaso ingenua honestidad. Aun así una caterva de culeros (no se le puede llamar de otro modo) lo instigó al grado de perder su columna, ser vituperado en la escuela e instado a los madrazos por estos tan tradicionales escritores, y claro, sus defensores.
Es lamentable encontrar chauvinismos rancheros pululando pro todo el país. Es preciso decir que en efecto, existen chispazos de genialidad en las letras mexicanas, que muy probablemente gozan de cabal salud, que existen escritoras y escritores brillantísimos en todo México; pero de eso, a que pudiera existir algún tipo de tradición literaria como uniformidad abúlica: nel.

Reproduzco el texto por el cual Joel flores se convirtió el proscrito en sus tierras y un post en el cual da explicación de lo ocurrido. A manera de solidaridad.

Nuestros narradores jóvenes y el costo de hablar de ellos.
El año pasado, en noviembre, abrí mi columna “kid a” (que pronto llegaría a su desaparición) en el suplemento del Sol de Zacatecas. Tenía meditado dedicarla a promover las novedades literarias tanto nacionales, internacionales y de nuestro pueblo. En realidad quería hablar de mis libros favoritos y los no favoritos. Para inaugurar la columna publiqué el artículo que leerán después de esta introducción, luego publiqué otros más, leí mucho y fui feliz, relativamente. Llegado el 2006 (tenía muchos planes y quería seguir siendo feliz), pero entre otras cosas, llegaron al periódico varias cartas firmadas con seudónimo en mi contra que polemizaban con este texto y terminaron con mi felicidad (esto también es relativo), lo de la felicidad aclaro. Sería bueno, para que tuvieran la nota completa, darles espacio en el bUNKER pero las perdí. Pero aquí no termina la historia, apenas comienza. Mejor reproduzco el artículo y ustedes juzguen por sí mismos. Tienen todo el derecho. El desenlace de esta maraña lo encontrarán un artículo más abajo, que, les adelanto, me costó varias enemistades, una pelea en un camión de la ruta 14, otro en una biblioteca pública y mi empleo como columnista.




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Literatura inconsecuente
Es difícil decir que la narrativa zacatecana goza de una tradición literaria. La pequeña cantidad de libros que se han publicado en estos años (hablo de compendios de cuentos de jóvenes narradores), delata la ausencia de originalidad. Y la búsqueda por encontrar un estilo propio. La literatura contemporánea se ha caracterizado por su renovación. Retoma el pasado para reafirmarlo con el carácter de lo nuevo. La manera de lograrlo es seguir los siguientes parámetros: la lectura de nuestros escritores de cabecera en la individualidad para encontrar una influencia y la autonomía. Si leemos a la narrativa joven zacatecana bajo esta afirmación, no encontramos una autonomía que la caracterice. Sólo estos rasgos: experimentos, espejismos, ecos, no bien logrados, de otros libros.
¿Se está creando una tradición literaria en esta ciudad? ¿Podemos encontrar un estilo definido? Hace tres años se publicó Temas y Variaciones, de Tryno Maldonado. En él se afirma que no hace falta una tradición literaria local para ser escritor. Sino crear un imaginario fuera de su entorno. El merito de Tryno en relegar los regionalismo tuvo agradables consecuencias: acaba de publicar su Viena roja en una editorial comercial, y por su calidad se sitúa en el centro del país. En sus manos se encuentra una narrativa autónoma. Y se lo aplaudimos todos, sin dejar atrás cierto recelo. Pero en Tryno no se encuentra el inicio de una tradición. Sólo un gesto novedoso, quizá un principio. Pero no una tradición.
¿En la licenciatura de Letras existen guías para los escritores jóvenes? Es un error. No existen talleres optativos de creación literaria, de guión cinematográfico, de ensayo o corrección de estilo. Mucho menos gruías para crear escritores jóvenes. Sólo es una carrera. Crea críticos que escriben iluminaciones sobre las formas narrativas, estudios de obras literarias de manera repensada. Y con esa formación nacen libros de cuentos como Quién escribe (paisajista), de Sergio Aguillón-Mata.
Sergio es un escritor de la escritura misma. De la indagación a base de rudimentos ensayisticos sobre la realidad. Es un especulador del sentido de la ficción. Usa artificios metatextuales, repite ideas de Elizondo y Bioy Casares. Es novedoso, si se le quiere llamar así. Sin embargo, un incómodo síntoma se nos presenta al leerlo: los monólogos de sus personajes, o su excesiva dimensión “culta”, “inteligente”, “renombrada, y snob”, termina por hacerlos pretenciosos, acartonados. Los monólogos inmovilizan el hilo narrativo de la historias, y retardan, de manera innecesaria, la contingencia de la acción. El peligro de estos síntomas lo convierten en un escritor menor. Dejan entrever el ego que atosiga a muchos escritores y ensayistas universitarios: presumir un conocimiento escolar a la primera oportunidad. Javier Cercas ya lo dijo, y muchos aún no lo han escuchado: “Quiero decir que los silencios son más elocuentes que las palabras y que todo el arte del narrador consiste en saber callarse a tiempo”.
Otro egresado de la escuela de Letras es Iván R. Montes. En su El inconcluso decaedro y otros relatos el titulo puede molestarnos, pero en él se rescata la intención de fraguar historias sin recurrir a indagaciones y largos monólogos como Sergio. No cabe duda que encontró pericia mientras urdió los conflictos de sus personajes guiándose, en uno de sus cuentos, en un mito azteca, y en otro, en un acróstico impredecible. Los finales de ambos relatos son sorpresivos. Pero por ciertos tics ornamentales vuelve su discurso lento y abrumador. Obligan al lector leer con diccionario en mano si quiere entender lo que se dice en la historia. Alguien alguna vez dijo: “El adjetivo, cuando no da vida, mata”. Algunos pasajes de El inconcluso decaedro... no están muertos, sino grises.
Estos dos libros pueden ser atractivos, si hablamos de experimentos con la estructura narrativa, de sus reflexiones teóricas, de sus adornos en el lenguaje. Pero no trasmiten sensibilidad. Son estériles. No conmueven. Son sobrios. No trastocan la visión del lector ante el mundo. Pueden discutirse en un aula universitaria. Analizarse y ver como un museo donde se encuentran ideas de otros escritores. Pero no descubrimos en ellos emotividad. Imaginación. Contagio. No enuncian una realidad. La desgastan.
En la narrativa joven zacatecana hay cosas distintas, también. Cosas que se hacen fuera de una escuela y fuera de las instituciones. El cuadernillo Ella ama lo puerco que soy, de Óscar E. López, es una escritura extrovertida. Disímil a la de los libros antes mencionados. Es una anomalía. Explota temas comerciales, nuevos en cierta medida: la figura raída del escritor sin compromiso literario, el alcoholismo, el onanismo, la tristeza juvenil. Sus cuentos son desenfadados, absurdos. Reflejan una realidad inmediata con nuestra realidad amedrentada. Nos conectan con ella gracias a una viva imaginación. Pero todo esto se disloca al descubrir, con dolor, un vicio muy de moda: la escritura influida por el Realismo sucio. No por Carver o Fante. Sino por el abúlico Bukowski. No es que el Realismo sucio sean un error. No. El error es que dejemos que las influencias escriban por nosotros. Y eso ya tiene fecha de caducidad. El valemadrismo Bukowskiano es contagioso, pero ha caducado y muchos se niegan a verlo, como se niegan a ver que hay más allá de la literatura universitaria, analista y repensada.
He aquí una parte de nuestra escritura joven. Es entristecedor verla como cuerpos sin vida que yacen en las camas metálicas de la morgue. Y despotricar en contra de ella (si se nos acomoda la palabra) por su nimiedad. Son pocos los aquí nombrados. No son todos. Son apenas unos libros, no el total. Son un guiño, no un rostro definido. ¿Tendrá un futuro? ¿Una autonomía? Aún no se sabe. Yo espero sea enorme, productiva. Y con ella poder formar una tradición literaria consecuente.


Joel Flores. 2005.



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1 comentarios:

Anónimo dijo...

bueno bueno, pero nadie, exepto él mismo, le dijo que dejara la columna, lo que molesto de su articulo no fue su interrogante central acerca de si había o no tradición literaria en zacatecas, sino que sus argumentos son debiles y parten siempre de incomodidades personales y no de un analisis de las obras, si son rancheras y pendejas eso habria de demostrarlo con argumentación y no por ejemplo diciendo que los libros son malos por sus temas o lo poco que acerca de los autores conose. si es verdad que el chauvinismo es infeccioso y mortal tambien lo es la presuncion, el ego inflado y la chilladera quinceañera con la que joel se hizo la victima sin saber que se le odiaba desde mucho antes que se colgara a lo pendejo el mote de escritor. ahora que ganarse becas, ser un lameculos, esperar que los demas se chinguen trabajando para "becar al joven talento" eso si se me hace culero, ¿periodista? no mames ponte a revisar bien a quien defiendes amigo, ¿escritor?, los otros tambien valen madre pero joel es el rey de los farsantes y si no dile que te enseñe sus libros, a lo mucho sacara de un cajón folios y folios rellenos con letras insulsas que nadie ha querido publicar, se habara visto un mago sin trucos, o un taquero sin tortillas, asi este "verdadero culerito" se las ha gastado creyendo que en zacatecas lo deben mantener por su brillante cerebro, cuando todos sabemos que es un enclenque y confundido provinciano como los otros supuestos escritores a quien critica.Si quere talleres en la licenciatura esta en el lugar equivocado, quiere que le den recetas para escribir al muy puto. que se meta sus cuentos por el culo, se calle la boca y se ahogue pero ya, ya que se muera ese hijo de su puta madre que tanta estupides suelta de su hocico.